sábado, 10 de noviembre de 2012

La basílica de San Isaac, 1º parte.

La basílica de San Isaac, una de las mejores catedrales construidas en Europa en el siglo XIX, representa un fenómeno unico en la arquitectura rusa.

Su ornamentación se caracteriza por una acertada combinación de los mas variados géneros del arte monumental: la escultura, la pintura, el mosaico completando material y artísticamente un conjunto íntegro y singular.




La situación centrica de la catedral en el conjunto arquitectónico de la plaza de San Isaac y la de los Decembristas (antigua plaza del Senado) y su relevante altura le dan un acento predominante en la silueta de la ciudad determinado su caracter general de magnificencia e imperecederas formas arquitectonicas.




La actual catedral de San Isaac es la cuarta iglesia que se erigió en San Petersburgo en honor de legendario monje bizantino San Isaac de Dalmacia, conocido tambien como San Isaac de Constantinopla.

La construcción de cada una de estas iglesias está relacionada con la historia de la ciudad, y hasta cierto punto expresa las tendencias de la arquitectura monumental en la urbanización de los correspondientes períodos.















Pedro I el Grande fundó San Petersburgo en 1703. Pasado algún tiempo, tomó la decisión de erigir en su nueva ciudad una catedral a San Isaac de Dalmacia, ya que el día de este santo, 30 de mayo, coincidía con el día del nacimiento del zar.

 


 
 
 
 
En 1710, en el prado del Almiraztango, se levantó una pequeña iglesia de madera, que se distinguia por su sencillez característico de los primeros edificios de la época. En aquella basílica de San Isaac, el 19 de febrero de 1712 tuvieron lugar las ceremonias nupciales de Pedro I y Catalina. Pero tan modesta construcción no podía corresponder a la fisionomía arquitectónica de la nueva capital del Imperio. Por esto el 6 de agosto de 1717 se erige un segundo templo de San Isaac en la orilla del río Neva, en el mismo lugar donde hoy en día se encuentra el Jinete de bronce, famoso monumento ecuestre dedicado a Pedro I. El nuevo proyecto fue diseñado por el arquitecto Johann Mattarnovi, y por su aspecto recordaba la catedral en la fortaleza de Pedro y Pablo, obra de Domenico Trezzini.

La ornamentación interior de ambas iglesias representaban iconostasios, tallados y dorados según el dibujo del pintor Iván Zarudni. Pero el lugar para la construcción resultó mal elegido: las orillas del río aún no estaban reforzadas, y el terreno comenzó a deslizarse produciendo grietas en las paredes y en las bóvedas. Un incendio en 1735 puso fin al proceso de destrucción. El intento de restaurar la catedral condujo a que perdiese su aspecto inicial. Para disminuir la presión en las paredes y bóvedas hicieron una cúpula pequeña y sin aguja; no levantaron el campanario con su reloj. La iglesia recordaba una obra inacabada, y en 1763 la demolieron.
El 15 de julio de 1761 por un decreto especial del Senado la construcción de una nueva catedral de San Isaac fue encomendada al arquitecto Savva Chevakisnki autor de la de San Nicolás, una de las obras maestras de la arquitectura rusa del siglo XVIII, que aún existe en la actualidad. Chevakisnki no logró ver realizado su proyecto, ya que la construcción resultó aplazada.

En 1762, Catalina II subió al trono y dio su beneplácito a la idea de construir una nueva catedral relacionada con la memoria de Pedro el Grande. Pero el nuevo proyecto se encargó al famoso arquitecto Antonio Rinaldi, que diseñó el templo con cinco cúpulas y un alto campanario. El revestimiento de mármol seguía el propósito de comunicar cierto grado de sutil refinamiento al color de las paredes exteriores. El edificio podría haber llegado a ser la obra culminante de este "gran maestro de las fachadas de mármol". Mas los trabajos se llevaban a cabo con tanta lentitud que Rinaldi abandonó San Petersburgo dejando inacabada su obra. Una idea de la perfección y fuerza de expresión de este nuevo proyecto nos la da el modelo que se expone en el museo de la Academia de Bellas Artes, en Leningrado.

Después de la muerte de Catalina II, el zar Pablo I, insatisfecho del lento progreso de los trabajos en la construcción de la catedral, encargó al arquitecto Vincenzo Brenna concluirlos lo antes posible. Para poder cumplir la orden y apurar los trabajos, Brenna tuvo que simplificar el proyecto de Rinaldi, reduciendo y desfigurando las proporciones del edificio de tal modo que en lugar de las cinco cúpulas se construyó solamente una, y el revestimiento de mármol de la fachada llegaba hasta las cornisas dejando expuestos los ladrillos de la parte superior del edificio. Es curiosa una anécdota ilustrativa de aquella época : un joven oficial naval expresó su opinión en un epigrama que pretendió colgar en la fachada del templo :
Reliquia de dos emperadores,
tan digna y fiel de ambos:
Un cuerpo de mármol
lo corona una cabeza de ladrillo

El oficial pagó caro la agudeza de su gracia: le arracanron la lengua, le cortaron las orejas y lo deportaron a Siberia. La catedral no armonizaba con el esplendor de la nueva capital, lo que obligó al gobierno y al Sínodo reconsiderar la cuestión de un nuevo proyecto. El conde Alexander Stroganov, entonces presidente de la Academia de Bellas Artes, ideó un concurso cuyo programa incluía una condición impuesta por el nuevo zar Alejandro I : conservar la parte oriental de la catedral de Rinaldi.
En los concursos de los años 1809 y 1813 participaron Andrei Voronikhin, Adrián Zakharov, Vasili Stasov, Giacomo Quarenghi y otros prominentes arquitectos, proponiendo casi todos ellos no una reconstrucción, sino que el desmantelamiento de la obra y la construcción de una nueva catedral contral lo cual objetaba categoricamente Alejandro I.

 

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